Muy estimado Gabriel García Márquez.
Reciba un cordial saludo esperando se encuentre bien. Hay muchas maneras de contar historias, especialmente aquellas donde el misterio, el crimen y el suspenso destilan de los márgenes del libro. Sin embargo, querido Gabriel, Crónica de una muerte anunciada redefine, en todo el sentido de la palabra, el arte de contar historias. Es una obra breve, pero unas pocas páginas bastaron para demostrarle al mundo que el verdadero suspenso de una historia no radica en ocultar el desenlace, sino en la forma en que ésta se revela y los detalles que la adornan con belleza y elegancia.
En efecto, «nunca hubo una muerte más anunciada»(1) que la de Santiago Nasar. Desde la primera línea, el lector ya sabe el trágico final del pobre Santiago, pero por una extraña razón, casi como si fuera por arte de magia, es imposible abandonar la narración hasta que la última palabra se ha leído. Y se ha prestado atención a mis primeras líneas, querido Gabriel, podrá concluir que en ésta carta no quiero resaltar valores convencionales sobre su obra, sino que quiero hablar de aquello que le hizo famoso: el arte de contar historias.
«Dadme un prejuicio y moveré el mundo»(2). Hay muchas maneras de contar una historia, pero hay pocas personas con las cualidades necesarias para hacerlo. Por lo tanto, ¿en qué radica el éxito de su narrativa en Crónica de una muerte anunciada? Basándome en su libro, descubrí algunos elementos en los que puede radicar el éxito del arte tan peculiar que usted tiene para contar historias, que parecen características tan sencillas, pero son más complejas que los motivos que llevaron a Santiago Nasar a ser asesinado.
En primer lugar, el tiempo no es lineal. Su crónica periodística, si tuviese que usar una imagen, es como un rompecabezas de testimonios, perspectivas, y relatos cruzados. Con ésta estructura, usted no solo rompe meras narrativas tradicionales, sino que también envuelve al lector en éste rompecabezas, en éste laberinto de causas y consecuencias.
Sin embargo, éste enfoque inverso no le resta suspenso ni emoción a la trama, sino todo lo contrario, le suma, porque ahora los lectores no se preguntan si Santiago Nasar morirá o no, sino cómo y por qué sucedió lo que debía ser inevitable. Es entonces, y solo entonces, cuando la anticipación de los hechos y la desesperanza en que el personaje se salve se entrelazan, creando, de ésta manera, un sentido de inminencia y tragedia que no solo impregna su historia, sino también el corazón y la mente de aquellos valientes que se atreven a leerla.
En segundo lugar, usted usa el enfoque de una crónica periodística para hablar de las circunstancias que llevaron a Santiago Nasar a ser asesinado por los hermanos Vicario. Es cierto, al ser una narrativa periodística, todo es un relato factual, pero es ésta la que transforma su historia en algo mucho más complejo, ya que revela valores como la honra o la brutalidad de la miseria humana.
A parte, el narrador de la crónica es una figura que mezcla la objetividad de los hechos con la subjetividad íntima y la magia de las supersticiones pueblerinas de Riohacha. El narrador, que es nada más y nada menos que usted mismo, querido Gabriel, reconstruye los hechos como si se tratara de una polifonía, donde cada testimonio es esa nota que forma ésta compleja composición. Volviendo a la imagen del rompecabezas, cada personaje es una pieza, pero ninguna versión es absoluta en ésta historia. Es así, como también usted convierte al valiente lector en un detective literario, que busca entender ya no solamente el «qué», sino el «por qué» del crimen.
El hecho de que usted quiera usar el testimonio de los personajes también permite al lector explorar la mente de cada uno de ellos, lo que lleva a éste a preguntarse si Santiago Nasar merecía morir o fue simplemente el chivo expiatorio perfecto que Angela Vicario usó para proteger no solo el honor de su familia, sino también a alguien que amaba.
En tercer lugar, resalto la capacidad que usted tiene para convertir una premisa ya conocida, como la trágica muerte de Santiago, en un misterio. Como ya he mencionado, desde el inicio el lector sabe que Santiago Nasar será brutalmente asesinado por Pedro y Pablo Vicario, pero usted carga cada página con una chispa de esperanza, casi infantil incluso, que hace al lector que tal vez, y solo tal vez, el desenlace será diferente. Y esto se logra a través de un manejo tan pulcro e impecable del detalle como «los cuchillos desafilados que se vuelven a afilar»(3), los mensajes que no llegan, todas las advertencias ignoradas. Su narrativa, querido Gabriel, convierte al lector en un testigo impotente, atrapado en un remolino de eventos que, aunque son inexorables, siguen pareciendo evitables hasta el último segundo de ésta tragedia.
Finalmente, yo resalto la prosa de su novela. Cada palabra que usted usa tiene una intención. Ésta cualidad que usted tiene potencia la riqueza de las imágenes. Por ejemplo, la descripción de Santiago Nasar en su último día – «ya parecía un fantasma»(4)– es a la vez literaria y metafórica, rodeando el destino de Santiago con ese realismo mágico tan característico de usted. Al igual que la integración de detalles que pueden ser innecesarios pero que usted coloca con gran elegancia en la trama, al punto que éstos se vuelven imprescindibles, por ejemplo, «la medalla de oro de la Virgen del Carmen que Santiago Nasar se había tragado a la edad de cuatro años»(5).
Es así como he llegado al final de ésta carta. Perdone si no es igual de apasionante e interesante como sus historias. Y aunque he mencionado algunas características que resaltan el valor de su arte para contar historias – adquirido de su honorable abuelo, el coronel Nicolás Márquez -, sostengo que el éxito de ésta herramienta radica en la habilidad del mago que transforma hechos tan ordinarios como la crónica de un asesinato en un pueblo perdido en las costas colombianas en un éxito mundialmente reconocido y renombrado. Pues el arte de contar una historia no es la cuestión de relatar eventos, sino en cómo la narrativa de una historia explora y revela las complejas capas y preguntas que anidan en el corazón del hombre.
Gracias, querido Gabriel, porque con su maestría para éste arte tan misterioso y casi sacro me demostró que muchas veces la literatura no es solamente de qué se cuenta, sino de cómo se cuenta. En la aparente simplicidad de ésta obra usted fascina a aquellos valientes que se atreven a emprender este viaje en una Crónica de una muerte anunciada.
Foot notes
- G. García, Crónica de una muerte anunciada, Vintage Books Random House Inc., Colombia, 1981, 49.
- Ibid., 98.
- Ibid., 50.
- Ibid., 14.
- Ibid., 73.
Bibliografía.
- G. García, Crónica de una muerte anunciada, Vintage Books Random House Inc., Colombia, 1981