Legion of Christ College of Humanities

La violencia familiar en La Ruta de su Evasión, de Yolanda Oreamuno

By Rodrigo Fernandez – Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=17649932

La Ruta de su Evasión es una novela de la escritora costarricense Yolanda Oreamuno. Fue publicada en 1949 y es considerada una de las mejores novelas de la autora, con un estilo vanguardista que rompió con el costumbrismo que había imperado en la literatura costarricense. Desde su postura feminista, en la novela Oreamuno explora el rol de la mujer y de los diversos miembros de la familia. Sin embargo, un tema central en la trama, que afecta de modo diverso a cada uno de los miembros de la familia Mendoza, hasta destruirla, es la violencia. Este aspecto es, precisamente, el que este ensayo propone analizar, a partir de la actitud de diversos personajes de la obra.

Oreamuno presenta como el principal villano de la novela a don Vasco, el esposo de doña Teresa y patriarca de la familia. El personaje encarna todos los aspectos negativos del así denominado “patriarcado”. Además, desde el primer capítulo de la novela, la violencia de don Vasco va corrompiendo a los demás miembros de la familia, quienes de una u otra forma terminan repitiendo las mismas actitudes.

Doña Teresa pasa en agonía durante la novela, postrada en cama, y los eventos de los demás miembros de la familia se entrelazan con las memorias de otros tiempos en los que Teresa aún tenía esperanza de construir una familia unida y feliz. La obra narra con crudeza su sufrimiento, no sólo por la enfermedad, sino ante todo por la actitud hiriente de Vasco hacia ella, como lo hace ver Roberto, uno de los hijos, a don Vasco antes de marcharse de su casa: «Todo cuanto ella sufre y lo que ha llegado a ser es culpa de usted […] La humilló, trató de envilecerla para satisfacer su ansia de de dominio nunca satisfecha»[1]. Teresa es la principal víctima de la violencia familiar en la obra, aunque poco antes de su muerte, cuando Gabriel, el hijo del medio, se va de la casa, éste también la acusa de complicidad silenciosa ante la violencia que don Vasco ejerce.

Roberto, el hijo mayor, es el primero que se va de la familia. Ante el embarazo de Cristina, su novia, decide asumir la responsabilidad y casarse con ella. «No está en mi naturaleza ni en mi obligación convertirme en un ser tierno para complacerte. He cumplido. ¿No es así?»[2], es la respuesta con la que Roberto se justifica ante el reclamo de su esposa hacia la frialdad con la cual es tratada. Al igual que su padre, la insensibilidad hacia su cónyuge es tan cruel que su esposa termina muriendo, sin su presencia, tras dar a luz a su hijo, quien también muere. La reflexión sobre lo ocurrido, sobre la indiferencia con la que trató a la ahora difunta, lleva a Roberto a enfrentar a Vasco y a evidenciar el estado caótico en el cual se encuentra la familia Mendoza.

Álvaro, el hijo menor, es un personaje que permanece en un segundo plano, pero que evidencia también los efectos devastadores de la violencia de Vasco. En efecto, Álvaro es un jóven tímido, débil, inseguro, que se esconde de su padre y cae en problemas afectivos y adicción a la masturbación. Antes de marcharse de su casa, Roberto expone cómo la actitud de Álvaro es consecuencia de la despótica actitud del padre: «Por negligencia, por comodidad, por no colocarse como padre ante nosotros y por no abdicar en su posición de déspota, olvidó solucionar nuestras angustias»[3], acusa Roberto a don Vasco al exponer los problemas de Álvaro.

Gabriel podría ser considerado el protagonista de la novela, dependiendo de la óptica desde la cual se lea. Desde el primer capítulo tiene un rol protagónico al ir en busca de su padre al burdel, donde Vasco suele buscar consuelo ante la enfermedad de Teresa, abandonando con frecuencia el hogar. En la narrativa, Gabriel se encuentra dividido en torno a dos mujeres: Aurora, quien lo idolatra y con quien termina marchándose; y su amor platónico, Elena. Ambas mujeres son completamente diferentes. Elena es el ideal de la mujer independiente, incluso en sus relaciones amorosas. Podría decirse que Elena utiliza a Gabriel, al involucrarse con él más por la aventura carnal que por el anhelo de fundar una familia hacia el futuro. Aurora, por el contrario, es tímida, y con tal de estar junto a Gabriel, no le importa sufrir sus malos tratos e indiferencia. Fernando Viales, el padre de Elena, hace ver a Gabriel la situación de Elena, y le pide no interferir con sus planes de una mujer libre y sin dependencias, por lo que, dolido, Gabriel la deja, y decide aceptar la compañía de Aurora.

Tras terminar su relación con Elena, Gabriel reflexiona sobre su propia vida, y llega a la conclusión de que también debe dejar la casa. A diferencia de Roberto, Gabriel da la noticia ante su madre, postrada en cama. La pobre madre sufre ante la dureza de su decisión, y en ese momento, el hijo explota en una actitud violenta hacia los miembros de la familia, acusando incluso a Teresa por su complicidad silenciosa hacia la actitud despótica del padre. Aurora interviene en defensa de Teresa, pero ya es muy tarde: Gabriel ha tomado la decisión. Aurora se va con él, perdida en su obsesión por Gabriel, comprometiéndose a sufrir su indiferencia, aceptando ser no una persona, sino una cosa[4]. En su nueva vida junto a Aurora, sin darse cuenta, Gabriel ha terminado por replicar la actitud hostil de Vasco hacia Aurora, denigrándola y haciéndola sufrir. Al reflexionar, sin embargo, sobre su actitud, sobre el modo en el que la ha tratado, termina por cometer suicidio, justo antes de que Teresa muera.

Esteban, originalmente amigo de Vasco, es el personaje que aporta un poco de esperanza a la ya destruida familia. Cuando llega a la casa, su actitud hacia Teresa es diferente, pues muestra comprensión y compasión. Esteban llega incluso a enfrentar a Vasco por el modo en que trata a Teresa. Esta actitud, genera que Teresa llegue a desarrollar una especie de amor hacia él, el único hombre que la hace sentir humana. Sin embargo, Teresa no rompe sus compromisos matrimoniales, aunque en el fondo de su corazón, ame y desee ver a Esteban. No obstante, Esteban desaparece de la narración al enterarse que la policía busca a Vasco por un crimen cometido, y que las consecuencias podrían dejar a Teresa y su familia sin casa. Esteban asume la responsabilidad, haciéndose pasar por el esposo de Teresa… con un beso se despiden, será la última ocasión que se vean. En medio de la narrativa, Esteban ofrece la esperanza de un mundo diferente, un mundo en el que Teresa puede ser amada, y en el cual el hombre rompe el círculo de violencia que desde Vasco se viene desarrollando sin interrupción.

Hacia el final de la novela, la familia se encuentra destruida: Roberto lejos de la casa, Gabriel se ha suicidado, Álvaro con problemas afectivos, y Teresa que ha muerto. Solo queda don Vasco, solo, sin el imperio que con su violencia pretendió conservar, pero que en realidad sólo llevó a la destrucción. La novela fue escrita en los años 40 del siglo pasado, en una conservadora sociedad costarricense. Yolanda Oremauno se atrevió a reflexionar sobre situaciones que se vivían en muchas familias, en las que lejos de un amor mutuo, reinaba la tiranía y la opresión de un esposo machista. No sufría solo la esposa, sino los hijos, y el resto de la familia. El tema, sin embargo, era tabú. Oreamuno se atrevió a ponerlo en la esfera pública, generando una reflexión al respecto.

El movimiento feminista tomó luego diversas corrientes, llegando en su última ola a ser contestatario con los fundamentos antropológicos de la misma sociedad y promoviendo la violencia que originalmente se disponía a erradicar. No obstante, ochenta años después de su publicación, la novela de Oreamuno sigue ofreciendo una reflexión valiosa en torno a los problemas de la violencia familiar y el rol de cada miembro de la familia. Desde la perspectiva de la masculinidad y la feminidad, la novela ofrece la oportunidad para cuestionarse si la así llamada masculinidad tóxica, que promueve el machismo y la agresión, sigue estando presente en un discurso subconsciente, en lugar de promover una paternidad y masculinidad fundada en el respeto, el amor recíproco y la autoridad entendida como servicio. La novela de Oreamuno no está en contra de la figura masculina (de lo contrario el personaje de Esteban no tendría razón de ser), pero sí ofrece una crítica al machismo y a la masculinidad entendida como violencia y agresividad.

 

[1] Y. OREAMUNO, La Ruta de su Evasión, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México 2020, pp. 170-171.

[2]  Ibíd., p. 55.

[3] Ibíd., p. 169.

[4] Cf. Ibíd., p. 228.

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