La Redención por Medio del Amor en Don Juan Tenorio de José Zorrilla

Muy estimado Don José Zorrilla

Reciba un cordial saludo esperando se encuentre bien. Desde mi juventud he escuchado el término «Don Juan Tenorio» como epítome de los hombres en busca de pretenciosas aventuras y amoríos. Sin embargo, hace pocos días que encontré un libro suyo con éste título, por lo que decidí leerlo.

La fluidez de su rima y la sencillez de su narrativa me han llevado a ver una comedia, sino a cuestionar qué es realmente el amor y cuál es el poder redentor de éste. En efecto, el amor es la piedra angular que sobre la cual usted construye o derrumba el destino de los protagonistas, algo complejo que va más allá del mero «sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae»(1), sino que tiene en su esencia misma un poder transformador y es de lo que quiero hablar en esta carta.

Una de las mejores maneras de explicar un concepto, sea abstracto o concreto, es hablar del antónimo de éste, y usted lo deja bastante claro desde el inicio de la trama, describiendo el nivel de degradación moral en el que han caído los personajes principales. Usted introduce a Don Juan Tenorio como el protagonista de la obra, donde la vida de éste es un torbellino de pasiones desenfrenadas, aventuras amorosas y actos impíos. En otras palabras, Don Juan es el arquetipo perfecto de un seductor incorregible que se enfrenta a Don Luis Mejía para demostrar quién es el hombre con la capacidad de cometer el mayor número de atrocidades posibles. Ambos personajes, mediante una apuesta, se disputan su vida y honor conquistando el amor de Doña Inés —una joven novicia— y Doña Ana de Pantoja— prometida de Don Luis Mejía.

Detrás de esta apuesta, usted muestra los temores y deseos más profundos que hay detrás de los personajes de Don Juan Tenorio y Don Luis Mejía. Por un lado, Don Luis Mejía propone algo inmoral y casi imposible de cumplir, retando el orgullo de Don Juan. Para Don Luis, la aceptación de éste reto refleja su deseo no solo de ser aceptado y admirado, sino también de ser amado y tener la certeza de ese amor que tanto desea. Por otro lado, la apuesta es un reto más para Don Juan que muestra su visión hedonista de la vida y como una oportunidad para alimentar el orgullo y la confianza que hay en sí mismo, pero también refleja un anhelo de pertenencia y aceptación.

Como aparece en la narrativa, Don Tenorio acepta la apuesta, sin saber que su pecado se convertirá en el preludio de su propia redención. Su objetivo es seducir a Ana de Pantoja y sacar mediante engaños y artimañas a Doña Inés del convento, algo que logra con éxito. Sin embargo, el encuentro con la joven e inocente novicia cambia la vida de Tenorio, pues es el encuentro de la encarnación misma de la miseria y la corrupción humana en la figura de Don Juan con la inocencia, la bondad y el poder transformador del amor reflejados en el personaje de Doña Inés, cuyo nombre sutilmente significa: «la pura» o «la casta».

Cabe resaltar que Doña Inés no era la primera ni la última mujer en la vida del hijo de Don Diego Tenorio; tampoco era el primer amor prohibido que consentían sus pasiones. No obstante, una pregunta que surge ante el encuentro de Inés y Juan es ¿qué es lo que hace a Doña Inés tan diferente de todas las demás mujeres con las que ha estado el protagonista seductor? Una posible respuesta es que Inés es la encarnación misma del amor puro, desinteresado e incondicional que no tiene punto de comparación con las efímeras aventuras amorosas de Tenorio.

 Don Juan había conquistado las montañas más altas de los estándares convencionales de la sociedad en el nombre del amor. Era rico, famoso y tenía el poder para seducir a quien le placiera. Me pregunto cuántas veces Tenorio habrá dicho “te amo” a las mujeres que conquistaba sin pensar siquiera en el significado de esta expresión. Pero es el amor que emana del personaje de la joven novicia el reflejo de la miseria de Tenorio que resucita la conciencia muerta de éste, llevándolo al punto de rogar a Don Gonzalo de Ulloa –padre de Inés, para que éste permita la unión en matrimonio entre la novicia y Tenorio.

Sin embargo, la fama y los enemigos que Don Juan se ha ganado a base de escándalos provocan el enfrentamiento y el asesinato de Don Luis de Mejía y Gonzalo de Ulloa a manos de Tenorio, quien huye precipitadamente a Italia sin poder completar su unión con Inés.

Tras cinco años en la península itálica, Don Juan vuelve para encontrarse no sólo con sus viejos camaradas, sino con la sorpresa de que Don Diego –su padre, y Doña Inés han muerto, y que su padre mandó construir un cementerio con las víctimas de su hijo en lo que antes fue la hermosa residencia de los Tenorio. El cementerio, querido José Zorrilla, lo interpreto como un signo que expresa el peso de las fechorías de Don Juan, y también como símbolo de justicia y juicio que recaerá en el alma del hijo de Don Diego. No obstante, la figura de Doña Inés vuelve a ser crucial para el desenlace de la obra, pues ella, en el último acto de la obra intercederá ante Dios por el alma de Don Juan Tenorio poniendo en juego el descanso eterno de la suya. Éste acto de Inés refleja, en sí mismo, el poder del perdón que brota del amor puro, pues a pesar de los actos inmorales de Don Juan Tenorio y el sufrimiento que el mismo ha causado, Doña Inés decide perdonarlo y darle una oportunidad de redención.

Con todas éstas acciones, Don Juan Tenorio, a pesar de ser consciente del mal que ha hecho y que sus actos merecen el castigo eterno, reconoce que «el amor todo lo vence» (2), incluso las acciones más abominables, y que es mejor rendirse al poder redentor del amor en lugar de dejarse condenar por los fantasmas del pasado. En efecto, éste es el punto central de la historia, pues tanto Don Juan, como el lector, reconocen que el amor no es un sentimiento, sino una acción. Que no es algo que se da u obtiene, sino que es como esa semilla que tiene que ponerse en tierra fértil para que dé fruto. Y es el testimonio tan elocuente de amor encarnado en Inés lo que provoca ésta transformación en el pensar y actuar del hijo de Don Diego.

En conclusión, mi estimado José Zorrilla, su obra me ha enseñado que el amor va más allá del banal sentimiento hacia otra persona que naturalmente atrae uno, sino que en su esencia más pura y trascendente es esa fuerza divina que puede transformar las almas más oscuras y errantes como lo de Don Juan Tenorio en seres lleno de luz y redención. Cuando el amor se manifiesta en su forma más desinteresada y sacrificial como en Doña Inés, se convierte en una fuerza imparable que rompe el hedonismo, el egoísmo y la maldad, y abre el camino hacia la reconciliación. El amor es, finalmente la fuerza más poderosa del universo, capaz de desatar las lágrimas más profundas y sinceras del corazón humano, no de tristeza, sino de gratitud por la maravilla del saber y el poder amar y ser amado.

 

Foot notes

  1. Diccionario Escencial de la Real Academia Española, «Amor», s.f., en https://dle.rae.es/amor  (referencia en el 3 de marzo, 2024).
  2. Virgilio, Las Bucólicas: Égloga X, 69, Biblioteca Avrea Cátedra, España 2016, 65. «Omnia vincit Amor: et nos cedamus Amori» .

 

Bibliografía.

  1. Diccionario Escencial de la Real Academia Española, «Amor», s.f., en https://dle.rae.es/amor  (referencia en el 3 de marzo, 2024)
  2. J. Zorrilla, Don Juan Tenorio, Editorial Kapelusz, Buenos Aires, Argentina 1974.
  3. Virgilio, Las Bucólicas, Biblioteca Avrea Cátedra, España 2016.

 

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