“Homo sum: humani nihil a me alienum puto”.
“Soy hombre: nada de lo humano me es ajeno” (1)
(Terencio)
Actualmente, el término “humanidades” ha caído en una devaluación y desuso alarmante. No son pocos los países que han extirpado el estudio de las humanidades de los programas académicos, como si se tratase de una especie de tumor maligno. La mayoría de los sistemas educativos han optado por ofrecer un estudio meramente práctico para que el estudiante pueda conseguir un trabajo con el cual pueda sobrevivir por el resto de su vida, en vez de prepararlo para ser un hombre de cultura, que no busca sobrevivir en su entorno, sino que sabe apreciar, degustar y gozar de la armonía y la belleza de la naturaleza.
¿No es acaso nuestra crisis actual un reflejo de nuestra falta de humanismo? El hombre promedio posee mucha información, igual que las herramientas necesarias para acceder a ella. Sin embargo, el hombre de hoy nunca se ha visto tan ignorante y mediocre. Nuestra sociedad, buscando un humanismo supuestamente más “humano”, ha optado, inconscientemente, por un humanismo que excluye a los demás, y “un humanismo que excluye, es un humanismo inhumano” (2), dicho en palabras de Henri De Lubac.
El hombre, al tener una sólida educación humanística, le permite tener una mentalidad abierta a nuevos conocimientos, experiencias, culturas. En su deseo de armonizar su conocimiento, este, busca incansablemente beber, beber, y seguir bebiendo de la inagotable fuente del conocimiento. Sin embargo, actualmente, sucede lo contrario. El Estado, al querer enfatizar en una educación de un estilo más científica, ha devaluado el amor por las humanidades, volviendo, el pensamiento del hombre moderno en algo puramente pragmático, inclusive cerrado, el cual ve lo antiguo como algo innecesario y obsoleto. Hoy ya no se busca ser alguien culto, sino alguien puramente práctico, como si fuese una máquina de producción, donde el valor de una persona no se basa en su ser ni en su saber, sino en cuánto puede producir. A lo cual, siguiendo esta lógica, me preguntó: “Entonces, ¿cuándo dejo de hacer dejo de ser?”
El hombre de hoy, sin duda alguna, tiene que regresar al cultivo exhaustivo de las humanidades como clave para hacer de este mundo un lugar mejor, pero, sobre todo, para hacer de él mismo un “imperio de la armonía” (3).
Citas Bibliográficas
- TERENCIO, “Homo sum: humani nihil a me alienum puto”, Heautontimoroúmenos, I, I, 54.
- H. DE LUBAC, El drama del humanismo ateo, Ediciones Encuentro, S.A. (4a. ed.) 2012
- F. TAMAYO, Humanidades Clásicas: Legado Perenne, AWS Editorial Team, United States 2022, 15.
Bibliografía
- TAMAYO, Humanidades Clásicas: Legado Perenne, AWS Editorial Team, United States 2022.