Legion of Christ College of Humanities

Cosmogonía de la religión maya contenida en el Popol Vuh

¿Hubo influencia del cristianismo del traductor?

De acuerdo con la página web Arqueología mexicana, el Popol Vuh es la obra maya más importante que ha llegado a nuestros días y, por su contenido, se puede colocar al lado de obras clásicas como el Ramayana o La Odisea. Efectivamente, el Popol Vuh es una obra que trasciende su propio contexto y permite al lector tener una idea de lo que pudo significar la cosmovisión y forma de vida de la sociedad maya.

            Arqueología mexicana divide la obra en tres partes, la primera dedicada a la creación, empezando por la naturaleza y concluyendo con el ser humano, al que es necesario elaborar varias veces, pues inicialmente era incapaz de hablar y luego incapaz de adorar a los dioses. Barro, madera y, finalmente, maíz, fueron necesarios para la elaboración del humano. El segundo apartado sería el de los héroes: estos “limpian de obstáculos para el hombre al mundo y establecen las pautas de conducta adecuada para la humanidad”.[i] Finalmente, hay un apartado dedicado a la historia del linaje quiché.

            Con respecto a la creación del ser humano, como se mencionó, fueron necesarios varios intentos hasta dar forma a un hombre, a partir del maíz, que fuera capaz de adorar a los dioses. Es de destacar que este ser humano experimentó soberbia y podía ver más allá de lo que deseaban los dioses, por lo que estos nublaron su visión. Desde aquí se aprecia la relación de la persona humana con la divinidad en el ámbito cosmogónico de los mayas. En la creación del humano a partir del maíz, participaron varios animales que les llevaron a los dioses las mazorcas, lo que permite apreciar la relación con el ecosistema en la cosmogonía maya y la importancia simbólica que estos indígenas dieron a algunos animales.

            Por su parte, los relatos de los héroes se dividen en parejas que van ofreciendo una descripción de la forma de vida maya, como por ejemplo el sentido del juego de pelota y su relación con los señores de Xibalbá (el inframundo) y las pruebas de estos que fueron sufridas por los héroes Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú, cuyas cabezas en un árbol dieron continuidad a la lucha entre los héroes y los señores del inframundo.

            Precisamente Miguel Rivera Dorado se dedica a analizar el sentido e importancia de este del mito de Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú. De la cabeza en el árbol de jícara surgen los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, quienes son “los auténticos protagonistas del mito”,[ii] que deben enfrentar nuevamente las pruebas de los señores de Xibalbá, pero saliendo vencedores y humillando al inframundo. De acuerdo con dicho autor, el mito de estos hermanos tiene paralelismo con muchos otros a lo largo del mundo, en los cuales es necesario vencer a los monstruos para dar muerte a una época de terror y dar inicio a una nueva en la que el hombre pueda encontrar paz. El autor afirma con propiedad la presencia de gemelos en muchos relatos religiosos a lo largo del mundo, de los cuales podría extraerse algún paralelismo: “en muchas religiones antiguas descubrimos las figuras de los gemelos divinos”.[iii]

            Rivera Dorado observa también un carácter cosmológico: la relación de los personajes con los astros que eran divinizados por los mayas: “Hun Hunahpú precede a Hunahpú en el descenso a Xibalbá, como Venus precede al sol cada mañana en el horizonte oriental, y de la misma forma que aparece por las tardes en el horizonte occidental antes que el sol se hunda”.[iv] Incluso, la obra podría contener referencias a ubicaciones geográficas y camino a lo largo de la selva maya, mencionados en la obra en un lenguaje cosmogónico, donde “la referencia geográfica y el significado religioso se confunden”.[v]

Elementos presentes en tradiciones desde el Golfo de México hasta Honduras se fueron uniendo para dar origen al mito aquí analizado: “es interesante suponer simultáneamente que en los senderos que cruzaban el Petén se confundían también los pasos, las voces, los relatos y las inquietudes de mercaderes de diversos rumbos”.[vi] Para Atienza de Frutos, el mito religa, es decir, conforma el ethos de un pueblo. La narración transmitida de forma oral en la cultura maya, ha ayudado a su conformación y unidad cosmogónica. En el caso del Popol Vuh, este se orienta “hacia una explicación del tiempo y el devenir, aportan una prueba irrefutable que verifica la contradicción implícita a la muerte, al dejar de ser, mostrando la contradicción que a su vez se da en la vida social y el parentesco”.[vii] Es decir, refleja la dualidad presente en la cosmogonía maya.

Con respecto a la pregunta acerca de si existió una influencia de la visión cristiana del mundo en fray Francisco Ximénez al transcribir el Popol Vuh, Rivera Dorado afirma categóricamente que “la influencia cristiana fue escasa y muy poco relevante”,[viii] siendo más bien un buen reflejo del pensamiento religioso propio de los mayas. Hay distinciones claras, como el hecho de que la creación del mundo fue un proceso de prueba y error. Han surgido pensadores como René Acuña, que han sostenido que el Popol Vuh no es una obra indígena, sino creación europea que intenta sintetizar la theología indorum. La controversia se da porque se tiene claro que el Popol Vuh es un relato abreviado de uno mucho más complejo y que fue puesto por escrito a partir de la tradición oral que recibió el dominico Francisco Ximénez.

            Sobre la fidelidad del relato del Popol Vuh con el que se cuenta en la actualidad en comparación con la tradición oral, afirma Atienza de Frutos:

“Es importante también tener en cuenta, que el Popol Vuh, en su versión actual, fue recogido por el Padre Fray Francisco Ximénez a principios del siglo XVIII, de una versión anterior del mito recogida en lengua quiché; si bien, en pinturas más antiguas de tradición maya, encontramos también escenas de este relato. De este modo, es posible que el mito, ya desde época prehispánica, estuviera fijado sobre algún soporte y por medio de alguna técnica, ya sea escritura, pintura o escultura, aunque es posible que la versión que nos ha llegado sea la recogida entre las capas populares y por transmisión oral”.[ix]

Es importante tener claros algunos aspectos de la religión maya, para poder así comprender más ampliamente el contenido descrito en el Popol Vuh y emitir un criterio con mayor propiedad sobre el tema aquí desarrollado. Miguel Rivera Dorado ofrece una serie de 14 tesis que intentan ofrecer una mejor comprensión de la religión maya. Para empezar, hay que afirmar que la religión maya mantuvo sus creencias a lo largo de los siglos, fue naturalista, tomando un sustrato a partir del medio tropical y los astros del cielo, “fue eminentemente política” y dirigida por el linaje real,[x] al punto de que una pirámide podía servir como elemento de comunicación con lo sagrado y, a la vez, mausoleo real, al mismo tiempo que la clase dirigente era protagónica en los asuntos religiosos; partió del animismo hacia el politeísmo, con ritos esplendorosos y complejos, el tiempo era el núcleo de su religión, “otorgaba una especial importancia a la indagación sobre un mundo paralelo al de los humanos, situado en parte bajo la superficie de la tierra”,[xi] los símbolos de escritura tenían un papel religioso, había  mucha importancia dada a la magia, la nigromancia.

Recurrir a las actuales costumbres y tradiciones mayas supone un riesgo para la comprensión de la cosmogonía prehispánica porque “o bien han sufrido la influencia del cristianismo o forman parte del legado de aquella parcela de la religiosidad que podemos denominar folklórica o popular”.[xii] Para poder comprender esta realidad, se ha recurrido al análisis de restos arqueológicos y a los escritos de las crónicas españolas y de los textos mayas que sobrevivieron a la Conquista.

Una diferencia sustancial que permite afirmar que el Popol Vuh es netamente maya, es el hecho de que en el judeocristianismo Dios no puede equivocarse, mientras que en el Popol Vuh los dioses deben rehacer al ser humano varias veces. El proceso de prueba y error, va llevando a los dioses a distintos mundos gobernados por un sol específico, propio del carácter tan importante dado al tiempo por los mayas, en que se van sustituyendo los intentos de hombres hasta llegara al ser humano actual. Además, la creación era un día a día, de ahí la necesidad de ofrecerse en sacrificio a los dioses para garantizas la supervivencia del cosmos. Ciertamente, hay un diluvio que acaba con los hombres – mono para dar pie a la nueva creación del humano capaz de adorar a los dioses, pero Rivera Dorado no cree que sea un préstamo judeocristiano, pues esa creencia está extendida en diversas culturas a lo largo del planeta.

Con respecto a la caracterización del Xibalbá, Rivera Dorado considera que el medio hostil y las leyes de la naturaleza a las que se debían enfrentar de forma constante los mayas serían el origen de dicho lugar cosmogónico. El inframundo era muy importante para los mayas, no solo porque ahí habitaban los muertos, sino también porque era de donde brotaba la vida. En el Xibalbá “se encontraban los secretos del origen del universo y del tiempo, el misterio de la vida y de la muerte”,[xiii] era donde se escondían los astros que marcaban el paso del tiempo. La importancia de este lugar la registran incluso los cronistas españoles que se asustaban de una adoración al demonio, con quien identificaron los religiosos a los señores del inframundo, como lo relata Rivera Dorado en relación con Fray Bernardino de Sahagún.

El Xibalbá sería una especie de Paraíso, pero muy diferente al del cristianismo. Ciertamente, Rivera Dorado apunta que las pruebas de dicho lugar parecieran recordar las vividas en el Paraíso terrenal, por su carácter prudencial. Pero lo que distingue el Xibalbá del paraíso de cualquier otra religión, es el juego de pelota. Además, el inframundo de los mayas es muy distinto al infierno cristiano: no existe una separación de Cielo, Tierra e Infierno, solo la dualidad entre mundo de arriba y mundo de abajo, y este Xibalbá no es un lugar de penas, sino “el lado oscuro de la naturaleza humana”.[xiv] Con respecto a la idea de otro mundo, “era una dimensión de la realidad paralela a la de los vivientes, que comprendía, indudablemente, el inframundo, pero también el reflejo de ese lugar”.[xv]

En la religión maya también aparece presente el elemento dual, al que se hace referencia con muchos espíritus. Rivera Dorado sostiene que al igual que la mayoría de grandes culturas del mundo, los elementos del cosmos estaban divinizados. Como se ha mencionado, la religión maya le dio una importancia vital al tiempo: “Para los mayas la búsqueda del sentido del tiempo fue la búsqueda del sentido de la vida”.[xvi]

 “Tanto el Popol Vuh como los Libros de Chilam Balam tienen como hilo conductor el recurso a la magia”.[xvii] Por ejemplo, Ixpiyacoc e Ixmucané, adivinos, adquieren un papel importante en la narración que ofrece el Popol Vuh sobre la creación del ser humano. Es con magia que Hunahpú e Ixbalanqué superan algunas de sus pruebas en Xibalbá.

Un aspecto que es destacado por los antropólogos es el de la virginidad premarital, por lo cual se acusa a Ixquic, madre de Hunahpú e Ixbalanqué, que según dice Rivera Dorado, “es una costumbre que no ha sido probada taxativamente entre los mayas prehispánicos”.[xviii] La solución que presenta el autor es que por tratarse de divinidades, la es exigencias morales eran mayores para ellas.

En el proceso de evangelización de Guatemala, es posible, según Rivera Dorado, que los mayas relacionara el nacimiento virginal de Cristo, su muerte y resurrección, con su dios solar, considerando además que la liturgia católica siempre se celebró hacia el oriente, dándose un sincretismo religiosos que perdura hasta la fecha en estos pueblos. El carácter sacrificial, si bien fue diferente en ambas, también marcó a los mayas, pues la idea de un dios que se sacrifica haciéndose uno con un árbol encontró similitud con algunas de sus creencias. Pero no quiere decir que los dioses mayas se sacrificaran, sino que era la humanidad quien se sacrifi

[i] El Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, Arqueología Mexicana, s.f., URL:

https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/el-popol-vuh-el-libro-sagrado-de-los-mayas.

[ii] Rivera Dorado Miguel, Un punto de vista sobre el mito central del Popol Vuh, Revista Española de Antropología Americana (España) 18 (1988): 51 – 74. URL: http://revistas.ucm.es/index.php/REAA/article/view/REAA8888110051A/24734, 58.

[iii] Ibíd., 59.

[iv] Ibíd, 56.

[v] Ibíd, 64.

[vi] Ibíd, 54.

[vii] Atienza de Frutos David, “Hunahpú, Ixbalanqué y Xut: análisis de la estructura de un mito Tzeltal en el tiempo”, Revista Española de Antropología Americana (España) 33 (2003): 253 – 276. URL: http://revistas.ucm.es/index.php/REAA/article/view/REAA0303110253A/23632, 266.

[viii] Rivera Dorado Miguel, ¿Influencia del cristianismo en el Popol Vuh?, Revista Española de Antropología Americana (España) 30 (2000), 137.

[ix] Atienza de Frutos, 255.

[x] Rivera Dorado Miguel, Catorce tesis sobre la religión maya, Revista Española de Antropología Americana (España) 35 (2005): 7 – 32. URL: http://revistas.ucm.es/index.php/REAA/article/view/REAA0505110007A/23333, 8

[xi] Ibid.

[xii] Ibíd., p. 22

[xiii] Ibíd., 25.

[xiv] Rivera Dorado, “¿Influencia del cristianismo…?”, 151.

[xv] Rivera Dorado,  “Catorce tesis…”, 24.

[xvi] Ibíd., 23.

[xvii] Ibíd., 27.

[xviii] Rivera Dorado, “¿Influencia del cristianismo…?”, 148.

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